miércoles, 30 de enero de 2013

Desde las entrañas de la tierra


Podría decirse que todo lo anteriormente dicho sobre el Rudrón no es más que la punta del iceberg, y, hasta cierto punto, no sería erróneo. Porque si hermosas son las formas que ha tallado en el valle, si cristalinas y frías son sus aguas en el cauce, más aún lo son en las entrañas de la tierra, por dónde discurre el verdadero caudal del río.

Entrada a una torca, en San Felices. Por Elisa R. Bañuelos

            Es la tierra del valle del Rudrón un enorme acuífero a varios niveles, posibilitado por la naturaleza de la roca madre, principalmente calizas fácilmente moldeables y filtrantes. Si uno se da un paseo por estos montes, no tardará en encontrar innumerables manantiales de agua clara y fría donde mitigar su sed; incluso en las cimas, tanto en invierno como en verano. No es difícil tampoco ver chopos a gran distancia del río: ellos nos indicarán la presencia de un acuífero colgado, ya que estos árboles necesitan que sus raíces estén sumergidas.

            El río, a lo largo de millones de años, ha excavado intrincadas galerías bajo el valle. Pero la belleza de estos túneles queda, normalmente, lejos de los ojos de los mortales. Solamente podemos acceder a una mínima parte de ella a través de las heridas que se abren en la roca, aperturas efímeras que pronto se colmatan u obstruyen.

           La más famosa de todas estas cuevas es el Pozo Azul, en Covanera. Se trata de una galería inundada que se abre al exterior en un pequeño lago, cuyas aguas son de un verde-azulado tan profundo que sería difícil cambiarle el nombre. Este color es debido a la dispersión de la luz por la caliza disuelta en el agua. 


El Pozo Azul, en Covanera

          Destino muy visitado por espeleólogos de todo el mundo, se ha convertido en varias ocasiones en trampa mortal debido a la estrechez de sus túneles, que alimentan la desorientación del buceador. Hasta el momento se han explorado unos 3.500m de longitud, siendo el segundo récord de Europa.

          Pero existen también multitud de cuevas ocultas para los turistas y ya casi olvidadas por los lugareños, aunque aún alimentan leyendas. Son las llamadas “torcas”: pequeños agujeros en la superficie del páramo que llevan a grandes cavernas llenas de espeleotemas. Famosas son en el valle las historias que cuentan que desde los pueblos se oían los gritos de los republicanos arrojados a la torca de Sedano durante la Guerra Civil.
Espeleotemas en una Torca en San Felices

         Alguna de estas torcas es accesible, si bien el que quiera contemplar más de tres salas tendrá que hacer de tripas corazón y arrastrarse por huecos estrechos en total oscuridad.



Columna de "La Torca" en San Felices

Sala de "La Torca"