Podría decirse que todo lo
anteriormente dicho sobre el Rudrón no es más que la punta del
iceberg, y, hasta cierto punto, no sería erróneo. Porque si
hermosas son las formas que ha tallado en el valle, si cristalinas y
frías son sus aguas en el cauce, más aún lo son en las entrañas
de la tierra, por dónde discurre el verdadero caudal del río.
Entrada a una torca, en San Felices. Por Elisa R. Bañuelos |
Es la tierra del valle del Rudrón un
enorme acuífero a varios niveles, posibilitado por la naturaleza de
la roca madre, principalmente calizas fácilmente moldeables y
filtrantes. Si uno se da un paseo por estos montes, no tardará en
encontrar innumerables manantiales de agua clara y fría donde
mitigar su sed; incluso en las cimas, tanto en invierno como en
verano. No es difícil tampoco ver chopos a gran distancia del río:
ellos nos indicarán la presencia de un acuífero colgado, ya que estos árboles necesitan que sus raíces estén sumergidas.
El río, a lo largo de millones de
años, ha excavado intrincadas galerías bajo el valle. Pero la
belleza de estos túneles queda, normalmente, lejos de los ojos de
los mortales. Solamente podemos acceder a una mínima parte de ella a
través de las heridas que se abren en la roca, aperturas efímeras
que pronto se colmatan u obstruyen.
La más famosa de todas estas cuevas
es el Pozo Azul, en Covanera. Se trata de una galería inundada que
se abre al exterior en un pequeño lago, cuyas aguas son de un
verde-azulado tan profundo que sería difícil cambiarle el nombre.
Este color es debido a la dispersión de la luz por la caliza
disuelta en el agua.
El Pozo Azul, en Covanera |
Destino muy visitado por espeleólogos
de todo el mundo, se ha convertido en varias ocasiones en trampa
mortal debido a la estrechez de sus túneles, que alimentan la
desorientación del buceador. Hasta el momento se han explorado unos
3.500m de longitud, siendo el segundo récord de Europa.
Pero existen también multitud de
cuevas ocultas para los turistas y ya casi olvidadas por los
lugareños, aunque aún alimentan leyendas. Son las llamadas
“torcas”: pequeños agujeros en la superficie del páramo que
llevan a grandes cavernas llenas de espeleotemas. Famosas son en el
valle las historias que cuentan que desde los pueblos se oían los
gritos de los republicanos arrojados a la torca de Sedano durante la
Guerra Civil.
Espeleotemas en una Torca en San Felices |
Alguna de estas torcas es accesible,
si bien el que quiera contemplar más de tres salas tendrá que hacer
de tripas corazón y arrastrarse por huecos estrechos en total
oscuridad.
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